LAGUNA RAYENANTU



Dice la leyenda que luchas constantes avivaban el odio de las tribus hasta que el amor, que no sabe de barreras, vino a complicar más la situación. Fue el amor entre el hijo preferido del Cacique  de los Tralcamahuidas, el apuesto Rayencura –“Flor Poderosa”- y la bella hija del Cacique de los Catirai, Rayenantú –“Flor Dorada”-. Ambos se amaron a pesar de la inquina ancestral y sangrienta que separaba a sus tribus más que el anchuroso Bío-Bío. Por eso se encontraban a escondidas junto a la ribera, siempre temiendo ser sorprendidos, hasta que en una tempestuosa noche de invierno ocurrió la tragedia. La joven Rayenantú desapareció y, al buscarla afanosamente, la vieron en la lejanía nadar por la mitad del río con su amado hacia Talcamávida. Veloces se lanzaron los Catiraies en su persecución disparando flechas sobre los fugitivos.

Al griterío bajaron los  Tralcamahuidas y se armó el feroz combate en medio de las aguas y la oscuridad de la noche. La lluvia de flechas terminó por hacer blanco en los cuerpos de los enamorados. Muertos ambos, las tribus cesaron la lucha y recuperaron los cadáveres de Rayencura y Rayenantú para ser cada uno sepultado en la tierra de sus padres. Al día siguiente, asombrados, los indígenas vieron que en cada tumba habían vertientes que se transformaron en lagunas. Y ambas todavía existen en Santa Juana y Talcamávida.

Para la puesta en valor de este atractivo turístico, se desarrollara el proyecto de conservación de la pasarela flotante, cuyas obras comenzarían en septiembre del presente año, estimándose su entrega en mayo de 2024.




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